“A Alicia le pareció que nunca había visto una cancha de croquet tan extraña: la cancha misma estaba surcada de lomitos y zanjas; erizos vivos hacían de bolas; los mazos eran flamencos vivos, y para formar aros los soldados tenían que doblarse y ponerse en cuatro patas. (…) Alicia pronto llegó a la conclusión de que se trataba realmente de un juego muy difícil”.
Alicia en el país de las maravillas
“Un golpe de dados nunca abolirá el azar”.
Stephàne Mallarmé
Querida Alicia:
Afirmar el juego ideal es afirmar el azar, hacer una gran tirada de dados: es una incitación al arrojo.
Los juegos tradicionales (los juegos seguros) son propios de los que aman las estructuras centradas, los que aman las distribuciones fijas, las reglas, las categorías. Eso a veces es propio de ti, Alicia. El juego ideal (el del país de las maravillas), en cambio, es propio de los que no aman las estructuras, sino los rizomas. Eso a veces es propio de mí.
Un juego ideal, decía Deleuze, es un juego donde no hay reglas preexistentes (cada jugada inventa su propia regla), el azar es afirmado, ramificado, insuflado en cada jugada; las jugadas son el momento de un jugar único –que es un caos- y nadie gana ni pierde.
El juego ideal es el juego reservado al artista, es lo que desterritorializa el mundo. El artista es un loco, ¿sabes?: ¡el mundo como obra de arte!. Sólo como fenómeno estético está justificada la existencia del universo, decía Nietzsche. Agreguemos: sólo como fenómeno lúdico está justificada la existencia de nuestras vidas. Eso va para ti, para mí, para nosotros y para ellos.
El hombre no sólo vive de pan, sino de comedias con las que se engaña voluntariamente. Eso me lo enseñó Bataille. Cuando era pendejo (y todavía), me las daba de hombre vivido y les decía a mis amigos: sólo dos cosas quiere el hombre de verdad: el peligro y el juego…la mujer es el más peligroso de los juegos. Eso me lo enseñó Nietzsche. Era como si quisiera enrostrarles nuestra condición inevitable de animal herido.
Querer es un juego seguro. Desear es un juego ideal. Gozar es un arrojo (todo de una sola vez)…como en un golpe de dados. Eso lo aprendí contigo Alicia, pero no me lo enseñaste tú.
En uno de sus poemas, Dieguito Maquieira le hace decir a Marlon Brando:
Prescindiré del alcohol, de las pastas
de los propensos excesos al desengaño
y de mis mujeres que me han crucificado.
…Apoyo a Brando. Pero no prescindiré ni de ti, querida Alicia, ni de tu continua incitación a jugar, ni de la afirmación del azar en una sola jugada.
Mi gran tirada de dados: jugar ni consuela ni hace feliz; jugar se arrastra lánguidamente como una perversión; jugar se repite sobre el teatro de nuestras comedias (y tragedias); jugar se echa de golpe fuera del cubilete de los dados. Y cuando el azar, el teatro y la perversión entran en resonancia, cuando el azar quiere que entre los tres haya esta resonancia, entonces jugar es un trance; y entonces vale la pena jugar.
¿Tú quieres?...